UNIVERSIDAD PARA LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL
ENSAYO SOBRE LA CARTA DE LA TIERRA
Ramiro Fonseca Macrini, Julio, 2012
La Carta de la Tierra y nuestra actuación
política individual
Normalmente escuchamos en supermercados,
autobuses, bares, TV, radio una serie de críticas hacia “los políticos”. Ellos
son los que tienen la culpa de la subida en el costo de la vida, de la platina
y del cráter, del descalabro de las finanzas públicas, de sus altos salarios,
de la no aprobación de leyes necesarias, o, por el contrario, de la aprobación
de leyes innecesarias y, por supuesto, de los malos ejemplos en materia de
quebranto de leyes impunemente, evasión de impuestos, apropiación indebida de
fondos públicos (corrupción) y, por supuesto del derretimiento de los
glaciares, del aumento del nivel de los océanos, de la baja de su salinidad –lo
que provoca mayores tormentas y ciclos irregulares de lluvias y sequías-, del
no tratamiento de la basura y de la contaminación de los acuíferos.
Al respecto quisiera hacer una reflexión. En
primer lugar rescatar la definición de Aristóteles de que el ser humano es un “animal
político” (zóon politikon) en el sentido de que puede relacionarse con otros de
su misma especie para crear condiciones que permitan la convivencia en ciudades,
estados y comunidades, lo cual, según este pensador, era necesario por la
naturaleza humana. Esta condición de
animal “negociador” suponía dos cosas: una transmisión de saberes (no comenzar siempre desde cero), o sea educar, y, por otro lado, una condición de ética social que se formaba precisamente con la convivencia.
animal “negociador” suponía dos cosas: una transmisión de saberes (no comenzar siempre desde cero), o sea educar, y, por otro lado, una condición de ética social que se formaba precisamente con la convivencia.
Por tanto, en sus remotos orígenes, el término
político no era aplicado, ni a los que detentaban el poder –o lo perseguían-,
sino a todos los seres humanos en el sentido de que podían crear condiciones
que propiciaban la salud, el bienestar, la conservación de la vida pero no solo
individual sino en términos sociales y, ahora entendemos mejor, en términos de
ecosistemas globales.
Ahora que descalificamos a las personas que
tienen cargos públicos por elección popular, y que hemos hecha peyorativa la
política, vale la pena recordar que cada uno de nosotros es un político – más exactamente
como decía Aristóteles, un animal político-.
Efectivamente, la causa de que las cosas salgan
mal no es, principalmente, porque las personas “malas” actúen en forma
inadecuada, sino que las personas “buenas” no actúan. En ese sentido, todos
somos responsables, por nuestros patrones de consumo, por nuestra indiferencia para
actuar en todo lo que achacamos a los “políticos” y que señalé más arriba.
La Carta de la Tierra es una propuesta,
consensuada por muchas personas de diversos credos religiosos y políticos,
culturas y estatus sociales diferentes, para hacer valer “el poder de uno” (http://www.youtube.com/watch?v=tN2afYN0OhA) y permitirnos convivir en forma sostenible con nuestro entorno.
En ese sentido, esta gran propuesta, grande por
su sencillez y por la humildad con que ha sido redactado el texto final, nos
propone una guía, sí social, sí política
pero también personal y directa. La pregunta que hay que contestar es ¿Qué haré
yo?, y que no se nos diga, como una niña a su padre “tus acciones gritan tanto
que no me permiten escuchar tus palabras”.
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